domingo, 6 de abril de 2008

Post #10 "No renuncies a tu felicidad"

Intento de entender lo que pasa #1

La vida siempre te pone tentaciones. Como cando estás a dieta y lo primero que te topas en la calle es un restaurante de fast-food. O cuando estás en plan date con un niño y de pronto el niño con el que siempre has querido te llama para quedar. O cuando sales con tus cuates pero al día siguiente tienes un examen final. Cuando tienes tarjeta de crédito al límite pero el traje que te queda muy bien tiene rebaja. Hacer las decisiones correctas a veces cuesta trabajo. Hay tentaciones que hacen la vida más interesante pero también más difícil.

#2

De pronto la vida te pone en un camino en el que tienes que tomar una decisión. Pienso: deam it! ¿Por qué no puedo elegir los dos caminos? Por qué siempre hay que elegir lo que es mejor para nosotros, cuando qué tal si las dos cosas son para nuestro bien. Sucede que tienes las cosas o no las tienes y cuando tienes una oportunidad pues la tomas o la dejas pasar, con el riesgo de que nunca se sabe si algún día volverá.

Lo que me pasa es algo parecido. Llevo 8 meses trabajando, ¡no! ya son 9 (OMG!) y algo muy interesante está pasando en mi vida.

#3

Llega un mes y me pagan. Me compro ropa, le llamo a mis amigos para quedar, tengo una cita, voy al cine con la familia, salimos a comer, un cafesito con un amigo, cafesito con otro. Llega otro mes, pago la lap, coopero con unos gastos en la casa, me suscribo a unas revistas. Otro mes y me compro libros, más ropa, más antro, más amigos. Llega fin de año y abro cuenta de inversiones, remodelo mi cuarto, me compro dvd’s y cd’s, compro regalos. Llega otro mes y es mi cumpleaños, contrato un lugar para recibir a todos mis invitados, me compro ropa, es febrero y aprovecho para ver a muchos amigos. Mientras más pasa el tiempo, más recibo dinero. Hasta el momento el dinero que he obtenido me ha servido para comprar cosas básicas pero también me ha permitido darme esos pequeños lujos a los que estoy acostumbrado. Pasa y pasa el tiempo, me pagan y me pagan mi salario y la verdad es que ha llegado el momento en el que tengo unos interesantes excedentes que me permiten, digamos, continuar con mi estilo de vida pero una manera más particular, más interesante, más despreocupada.

Me doy cuenta de que tengo 22 años, de que trabajo y de que tengo el dinero suficiente para invitar a un niño a mejores lugares, a ir a cenar fuera en más ocasiones, de ir a divertirme y de comprarme más cosas con mi propio dinero. O sea, más claro el asunto no puede estar. El hecho de ganármelo yo mismo, sin pedirle a nadie, me hace sentir poderoso y a la vez libre. Cuando me aumentaron mi sueldo no había reparado en qué lo gastaría ni mucho menos me endeudé con la tarjeta de crédito creyendo que ya tenía más para gastar. No. Para mí fue de lo más normal, “yo lo valgo”, pensé, no hay nada extraordinario en un gran aumento de sueldo a escasos 7 meses de haber ingresado al trabajo.

Entonces pensé que mi salario me alcanzaría perfectamente para cumplir mi sueño de solicitar mi ingreso a una universidad para estudiar la maestría. Hice cuentas, con lo que tengo ahorrado, con los recientes aumentos, con el pago doble de 4 quincenas, con el fondo de inversión, el fondo de ahorro y todavía el aguinaldo pues estaba claro que tenía el dinero suficiente como para despreocuparme por cuestiones económicas por lo menos de aquí a que termine el año.

Peeero entonces llegaron los primeros ingresos extra, los del aumento de sueldo. Y sucede que en estos momentos he tenido una vida social muy intensa. Entre tantos compromisos me he topado con la incomodidad de estar siempre pidiendo taxi para llegar a casa. En algún momento, todos mis amigos se fueron a sus respectivos autos, excepto claro, yo. Me sentí tan frustrado que pensé: si tan sólo tuviera el dinero para comprar un caro… Y me quedé callado para responder a mí mismo: “Espera, sí lo tengo”.

Y en ese momento sentí un valde de agua fría sobre mi cabeza, tipo si hubiera visto un fantasma. Me imaginé en mi auto, del año, buen auto, de agencia, me imaginé MI AUTO, sí, mi propio auto, comprado con mi dinero. Y de tan emocionado que estaba, se me había olvidado que el dinero que tengo ya tiene un destino: mi preparación para la universidad.

Y fue por eso que sentí la sensación del valde: ocupar el dinero en un proceso de beca que me costará miles de pesos y que no sé si la obtendré o llevar la vida que siempre he querido.

Y es que entre tantos compromisos a los que he asistido mi círculo social se ha incrementado como nunca antes en 9 meses. He descubierto nuevos lugares, nuevos amigos y, por supuesto, nuevos ligues.

#4

Mi profesor Joss está muy interesado en ayudarme. Descubrí que él viene a México precisamente a preparar alumnos para presentar su examen de matemáticas avanzadas y gramática. Me hizo un descuento por ser un alumno recomendado (las rp sí sirven) y a parte me ofreció compartir sus libros, que él considera los mejores, para mi preparación. No sé si sea porque él también es gay, pero Joss se ha portado genial conmigo, hasta quedamos de ir a comer.

Por lo pronto, Joss empezó con la lista de materiales, libros de complemento, Cd’s de prácticas y demás cosas que voy a necesitar para empezar a tomar clases. Gosh! Los gastos están a punto de empezar y todavía estoy en esa delgada línea de no saber qué es lo que más me conviene.

#5

¿Platicarlo con alguien? ¿¡¡Con quién!!? Mi mamá me apoya en todo. ¿Mi padre? Está ocupado en otras cosas. ¿Mis amigos? Todos me dicen, yo sé que tú puedes, o típico, no te estreses.

#6

Un libro de finanzas que estoy leyendo en este momento (me encantan los libros de finanzas) asegura que la mejor opción es invertir en la educación de uno mismo. Asegura que un empleo, aunque al principio sea mal pagado, puede servir de experiencia, de aprendizaje y que después podemos explotar eso pidiendo un salario mayor. Con eso el libro da a entender que aunque ganes poco al principio no estarás perdiendo dinero porque lo estarás invirtiendo en tu aprendizaje, lo que en un futuro te dará rendimientos mayores. Otra opción que da es estudiar un posgrado en el extranjero. Cualquiera de las dos opciones son buenas. O sea, me quedé igual.

#7

Arriesgar o no arriesgar. De eso están hechas las inversiones, pero cómo saber cuál es el mejor momento. Puedo quedarme en México, vivir una vida de ensueño a mis 22 años y mientras tanto acumular experiencia, lo que me servirá en un futuro. O puedo renunciar a todas las amenidades que podría comprarme y encerrarme 10 meses a estudiar, trabajar y tratar de vivir una vida limitada en muchas cosas: tiempo, dinero y sí, también amor y, a su vez, cargada de responsabilidades, estrés, esfuerzo y mucha fatiga.

Todo esto que he pensado siento que pasa porque he llegado a lo que se conoce como “zona de confort”. Sí, desgraciadamente mi cerebro encontró que en la situación en la que me encuentro estoy bien, más que bien, estoy genial. Mi juicio interno me dice que si todo está bien no hay porque salir de esa zona de seguridad. Que sería una tontería. Es como una droga que se absorbe las 24 horas y nos dice que todo está bien, por lo menos por el momento.

Y entonces, desde aquel primer momento en que sentí la sensación del valde de agua fría no he dejado de sentirla. Me ha acompañado varias veces y ha estado presente en cada momento en que estoy feliz para decirme: ya vez, tienes tu felicidad en tus manos, no renuncies a ella.

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