jueves, 25 de diciembre de 2008

Post #34 El regreso Parte 1

En la carta me platicó cómo había comenzado todo. Me confesó lo que había hecho, por qué lo había hecho. Todo. Le pregunté por qué no me lo había dicho antes, me dijo, llorando, que le daba pena, que le daba miedo mi reacción.

Lo que mi novio me hizo fue un golpe muy duro. Es algo que definitivamente no me esperaba de él. La experiencia por la que pasé me confirmó que uno puede llevarse sorpresas hasta de la persona más inesperada.

Algo dentro de mí no quería quedarse con algunas de las respuestas que él me había dado esa noche. Yo quería y necesitaba saber más. Por morbo, tal vez. Por simple curiosidad, puede ser. Le dije que podriamos hablar al día siguiente sólo si me contaba todo lo que yo no sabía y que sólo él sabía. Lo cité al día siguiente afuera de mi trabajo.

Llegó tarde.

Esa noche fuimos a un starbucks y el silencio predominó en nuestro encuentro. Yo le dije primero que me confesara todo lo que yo debía saber y que obvio, hasta ese momento no sabía. Lo escuché atento. Cómo la presa que captura el asesino y le entierra suavemente un cuchillo en el cuerpo, y lo hace una y otra vez y la víctima no exhibe ni la mínima muestra de dolor. Atento yo. Callado. Serio. Sorprendido la mayoría del tiempo. Mis expresiones, neutras.

Pero no era todo lo que el me había dicho lo que yo necesitaba saber. Lo atiborré de preguntas. Cómo le había hecho aquí, allá. Cómo se las ingenió para lograr tal o cual cosa. Cómo esto, cómo lo otro. Cómo aquí. Cómo más allá.

Después de la catarsis, así como él lo llamó, le dije que me daba mucha pena, que lo nuestro había terminado. Un beso y un abrazo fueron mi despedida.

Salí del starbucks y me llamó, me dijo que si había algo que él pudiera hacer para recuperarme que le avisara. Yo lo vi y me solté a llorar.

Y lloré como nunca antes había llorado. Le dije que lo único que le pedía era que no se atreviera a volver a engañar a alguien más porque es algo que duele mucho, que lastima, que destruye. Que si alguien se le entrega fielmente que tenga el valor de hablar con la verdad y nunca engañar a aquel que lo ama. Me abrazó.

Y se lo dije llorando. Y llorando le confensé mi secreto: yo ya sospechaba su engaño. Lo sospeché desde hace tiempo pero alguien me dijo pregúntale y cree en su palabra. Le pregunté y me negó todo. Creí en su palabra y en ese momento estaba llorando al darme cuenta de que me había engañado. Le dije que yo no andaría con alguien que se hubiera atrevido a engañarme.

Lo solté. Caminamos en dirección contraria. El corrió. A mí me detuvo un policía, me preguntó: disculpe señor, ¿todo está bien?

¡¡¡Pero cómo iba a estarlo!!! Carajo. Le dije que no había de qué preocuparse. Yo regresé a casa. Seguí llorando. No pude dormir. Tenía ganas de llamarle, de decirle que lo quería, que lo amaba, que lo perdonaba. Que no quería cortar con él. No pude dormir, insisto. Algo me dijo, no le llames.

Al día siguiente encontré un mail en mi bandeja de entrada. Era de él. Me dijo que se sentía muy mal y que no se resignaba a perderme. Que era yo con quien él quería pasar toda su vida. Que sentía mucho lo que me había hecho. Que sabía que me había engañado y que yo no me lo merecía. Me pidió una segunda oportunidad. Una segunda oportunidad para demostrarme que él podía y quería ser el novio que yo siempre quise: fiel y sincero. Y que mientras yo lo pensaba, el estaría cada miércoles afuera de mi trabajo, sólo para hacer acto de presencia y demostrarme que todavía le importaba.

Ese día era miércoles y ese día él estaba afuera. Lo vi y me puse contento. Lo alcancé y le dije que si quiería regresar conmigo tendría que ganarse mi confianza y mi cariño nuevamente. Me dijo que eso él ya lo sabía pero que le dijera cómo. Yo le dije que en 7 meses algo debió haber aprendido. Me di la media vuelta y me fui.

Llegando, ash, ash, ash, le llamé a su cel. Le pregunté qué estaba haciendo. Me dijo que estaba trabajando en un proyecto para ganarse nuevamente mi confianza. Me lo platicó. Yo escuché atento. Le dije que yo necesitaba pensar muchas cosas, que necesitaba una semana para pensar las cosas.

Pasó la semana y me buscó. Me dijo que si ese tiempoo había sido suficiente o que si necesitaba más. En esa semana yo decidí algo: regresaría con él.

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