
Y un amigo me platicaba que si no tenía novio era porque yo estaba buscando en el lugar equivocado. Este niño, que ha tenido, por lo menos, mejor desempeño en esto de las relaciones amorosas, me platicaba que, debido a lo que yo hago y las responsabilidades que tengo, pareciera que ya tengo 25 o más años, y no 22 pues él considera que a esa edad muchos siguen en la uni, o ni siquiera eso, muchos ni trabajan y los que sí pues tienen trabajos mediocres. Muchos a esa edad no son capaces de mantenerse, son dependientes económicos de sus padres y están a expensas de lo que ellos les den. 25 es mi edad, pues, según él. Por que a los 25 uno ya terminó la uni, tiene un trabajo bien, se mantiene. Eso que dice él que tienen los de 25 y que yo lo tengo a los 22 y para ser más exactos, desde los 21.
Por lo tanto, me dice, si quiero un novio, entonces lo debo de buscar de 25 y no menos. Y eso porque él argumenta que la idea que yo tengo de encontrar a alguien de mi edad tan exitoso como yo está muy difícil. Y si yo le digo que no está difícil, entonces él me pregunta, cuántos niños de 22 conoces que sean como tú. Mi respuesta es cero. Sí conozco a muchísimos de 20, 21 y 22, vaya hasta de 23 y 24 pero tal vez ninguno que cumpla esos requisitos, para mí, mínimos. Y mi amigo sigue: si quieres encontrar un novio que valore tu carrera, tu vida, tus éxitos entonces tendrá que ser mayor que tú porque 1) la vida que llevas tiene éxitos que pocos de 22 han logrado y 2) alguien de 22 puede que no valore tanto tus éxitos como alguien mayor que ya haya triunfado tanto como yo. Andar con alguien mayor te impulsaría, con alguien menor te frenaría. El punto es que su idea se quedó en mí y... me dejó pensando.
Pensar en mi vida fue lo menos que pude hacer esta semana. Me asignaron un proyecto que, por su urgencia y trascendencia, sólo podía realizar yo. En el trabajo no te queda de otra más que aceptar, digo, ¿quién renunciaría a ser líder de proyecto? Yo no. Y me sumergí en el proyecto a tal grado de quedarme un día en la oficina hasta las 11 de la noche y trabajar un sábado. Mi proyecto, como muchos, presentó muchas complicaciones. Todo tenía que salir perfecto pues era algo preparado directamente para el director de la empresa. Finalmente lo logré y me felicitaron.
Pero lo terminé totalmente estresado. Era un proyecto para el sábado a las 4 de la tarde, en una reunión con empresarios en la Ciudad de México. Era yo con el prestigio de la empresa. En el momento de presentar el proyecto, donde la prensa estaba incluída, todo falló porque nuestro proveedor falló. El de audio no llevaba cables de audio y el de video no llevaba reproductor de video. ¿Puede existir algo más ilógico, irreal y estúpido en esta vida? Pues en esos momentos tuve que enfrentarme a esos problemas técnicos. Molesto, irritado, estresado, estábamos mi alma, yo y el director de la empresa preguntando ¿Qué pasó, está todo listo ya? De comer ni se diga, sólo tuve tiempo para eso. Estuve corriendo, hablando con unos, dando instrucciones a otros, entraba, salía y no me detuve un segundo. Terminé exhausto. Completamente exhausto, como definitivamente nunca lo había estado. Nunca.
Por fin llegué a casa y lo primero que hice fue recostarme y ahora sí pensar en lo que había aprendido de la nueva experiencia. En definitiva sólo encontré una respuesta: dar resultados a esos proyectos para triunfar en el trabajo y triunfar en el trabajo para incrementar mis ingresos, incrementar mis ingresos para acumular recursos y eso es básico para poder estudiar mi maestría en el extranjero. ¿Alguien ha tenido que aguantar algo así o más para alcanzar un sueño? Espero que sí, sería reconfortante saberlo.
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